Comienzo esta aventura en el mundo de los blogs compartiendo
cómo fue mi experiencia a lo largo de la infancia y adolescencia con lo
relacionado al mundo de la salud.
Tengo pocos recuerdos al respecto debido a los cambios de
colegio. Lo que si recuerdo con exactitud es que, en mi segundo colegio la
higiene estaba presente en todo momento. Siempre que veníamos del recreo era
obligatorio pasar por el cuarto de baño y, formando una fila, debíamos lavarnos
las manos para poder volver al aula y continuar las clases.
También recuerdo asistir a una especie de charla impartida
por expertos en higiene y dirigida a niños de primaria en la que intentaban
explicarle a los niños la importancia que tiene cepillarse los dientes tres
veces al día, lavarse las manos antes de comer, no tocar con las manos zonas
públicas como barandillas, mostradores o carritos de supermercado y luego
llevárnoslos a la boca. Ya que podríamos contraer enfermedades producidas por
las bacterias que se alojan en esas superficies.
Al final de esa charla, nos regalaron una bolsa que contenía
un kit de higiene completo con muestras gratuitas de diferentes dentífricos con
sabores a fresa cocacola para que nos
fuera más atractivo su uso. También había cepillos de dientes, jabones de
manos, pañuelos…
En el comedor las reglas eran similares, lavarse las manos
era una tarea primordial al igual que no jugar con la comida y comer de todo y
no despreciar la comida. Siempre había que comer postre bien fuera un yogurt,
fruta o flan. Era la parte de la comida que los niños no rechazaban a la
ligera.
Siempre había monitores controlando que en las mesas los
niños fueran comiendo la comida y que no quedara el plato totalmente vacío. Al
terminar de comer los niños elegían el postre y recogían la mesa al finalizar
con ayuda de los monitores.
Antes de volver a clase por la tarde los niños jugaban un
poco en el recreo para digerir la comida y después debían ir al baño. Cada uno,
con sus respectivos neceseres se aseaba y se limpiaba los dientes bien. Cuando terminaban,
volvían a sus respectivas clases hasta terminar la jornada.
Por otro lado, una vez a la semana, nos hacían tomar el tan
odiado vasito de flúor que los niños tanto odiaban. Repartían los vasos por las
mesas y bajábamos a la fuente del patio a enjuagarnos la boca con él.
No recuerdo ningún detalle más relacionado con la salud e
higiene a corta edad. A medida que se iba avanzando los cursos la higiene
básica ya estaba innata en cada una de las personas y no se realizaban tantas
actividades de concienciación de la higiene pero si mucho sobre la salud y lo
importante que es comer bien y aprovechar la buena dieta mediterránea que
tenemos en España.